John Wanamaker: el comerciante que inventó la publicidad moderna
Antes de que existieran las agencias, los planners o los community managers, hubo un hombre que entendió que vender también era contar.
John Wanamaker —empresario, político y visionario del siglo XIX— revolucionó la manera de comunicar productos, sentando las bases de lo que hoy llamamos branding y marketing, brand activation y mucho más..
El origen de una mente comercial brillante
John Wanamaker nació en Filadelfia en 1838, y empezó su carrera como vendedor en una librería. A los 23 años fundó su propia tienda y poco después abrió uno de los primeros grandes almacenes de los Estados Unidos.
Su lema era muy simple: “Calidad, transparencia y confianza”.
Algo tan usado como el regateo desapareció porque John introdujo el precio fijo y la garantía de devolución del dinero. Así fue como convirtió la experiencia de compra en algo honesto y placentero.

El nacimiento del shopping
En 1876, Wanamaker inauguró en Filadelfia el Grand Depot, un espacio enorme dividido en secciones —ropa, calzado, hogar, perfumería— donde se podía recorrer, mirar, probar y comprar con libertad.
Fue la primera tienda por departamento de los Estados Unidos y el modelo base de lo que después serían los shopping centers.
El edificio, una joya arquitectónica, todavía existe: hoy funciona allí una tienda Macy’s, símbolo de la continuidad de su legado comercial.
El nacimiento de la publicidad moderna
En 1874 publicó el primer aviso de media página en un diario y cinco años después, se animó al primer aviso publicitario de página completa.
También fue quien contrató al primer redactor publicitario de la historia, John Emory Powers, y duplicó las ventas.
No era solo creatividad, atrás había estrategia. Wanamaker entendió que la comunicación debía ser planificada, medible y coherente con los valores de la marca.

Un paso más allá: inventar el crédito al consumidor
Su obsesión por mejorar la experiencia de compra lo llevó a crear un sistema inédito: el crédito al cliente.
Permitía a los compradores adquirir productos y pagarlos después, sin depender del efectivo.
Ese modelo —basado en la confianza entre marca y consumidor— fue el antecesor directo de la tarjeta de crédito.
Una idea revolucionaria para la época, —hacia finales del siglo XIX, década de 1880— que además consolidó la fidelización de clientes a través del tiempo.
La frase que lo hizo eterno
“La mitad del dinero que gasto en publicidad se desperdicia; el problema es que no sé cuál mitad.”
Más de un siglo después, esta frase sigue viva porque resume el dilema eterno del marketing: ¿cómo saber qué inversión realmente funciona?
Y al mismo tiempo, invita a asumir un riesgo creativo: la publicidad no es matemática pura, es una mezcla de intuición, timing y conexión humana.
Sus principios que siguen vigentes
- Honestidad como estrategia: solo prometé lo que vas a cumplir.
- Innovación de formato: no temas ocupar toda la página si el mensaje lo vale.
- Experiencia integral de compra: el Grand Depot fue el origen del shopping.
- Medición inteligente: aprender de los resultados para mejorar.
- Marca con propósito: vender bien también es un acto ético.
En tiempos de métricas, IA y contenidos fugaces, la mirada de Wanamaker nos recuerda algo esencial: las marcas existen para conectar con las personas, no con los algoritmos.
Su visión comercial, centrada en la experiencia y la confianza, sigue siendo el corazón de toda comunicación efectiva.

John Wanamaker no solo vendía productos: inventó la forma moderna de contar la historia alrededor de ellos.
En Work Buenos Aires creemos que esa combinación entre estrategia, emoción y propósito sigue siendo la fórmula más poderosa para construir marcas que perduran.
Ustedes ¿Qué opinan? ¿Creen que sus principios todavía son aplicables?


