Moda que brilla. Branding que resurge.

La moda fragmentada deja una lección clara para el branding: en un mundo sin dirección única, gana quien tiene identidad. Los veranos ya no tienen una estética dominante. Todo convive. Todo es válido. Todo es posible. Y eso parece ser el nuevo orden.

¿Quién lo entendió primero?

El caso del desfile de Dries Van Noten es un ejemplo claro de cómo trabajó durante años fuera del circuito de lo “viral”. En lugar de buscar piezas que se vuelvan hits en TikTok u otras redes sociales, Van Noten presentó una colección íntima, introspectiva y coherente.

El desfile se realizó en un antiguo taller de imprenta, un espacio cargado de historia y significado. La puesta en escena incluía modelos caminando entre grandes tipografías metálicas y música en vivo, creando una atmósfera memorable para los asistentes.

La ropa de esta colección mostró una identidad auténtica y consolidada que no dependía de tendencias pasajeras o prendas virales. Se destacaron piezas oversized, con siluetas únicas y colores empolvados, creando un equilibrio entre tradición y modernidad que es sello de Van Noten.

Este enfoque demuestra cómo el diseñador prioriza la coherencia, el detalle y la artesanía por encima de la búsqueda de fama instantánea en redes sociales. Su colección dejó una huella en quienes la vieron, mostrando que la moda puede ser más que viralidad: puede ser una experiencia profunda y con identidad propia.

Una oportunidad para el branding

Las marcas que se animan a construir desde adentro tienen un diferencial que ninguna tendencia puede darles: la solidez. Cuando el foco está en definir quiénes son, qué los mueve y cómo quieren ser recordados, la comunicación deja de ser un disfraz y se vuelve una extensión natural de esa identidad.

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